lunes, 21 de julio de 2008

algunos tigres colgando

Devuelve a tu cuerpo
la necesidad de no existir
que tiene tu alma.

Estos cráteres que ves
son la poesía que habita en mi cuerpo,
y apenas son materia
porque se desvanecen.

Quizás los tigres están colgando
de alguna parte,
pero yo no los veo,
probablemente debido a los dos años
de observación premeditada y constante
del sol,
porque no tenía párpados
aquellos días y no podía pestañear
ni una sola vez.
Ahora estoy ciega,
no veo nada
y no tengo conciencia de lo que soy,
podría ser una flor o un escarabajo
porque mi oído se modula con el viento
y a veces tampoco escucho nada.

Sin embargo si que sé lo que tú eres
eres una sombra
densa y piedrangular,
y amenazas con derramarte en cualquier momento.


Yo no tengo nenúfares en la boca,
lo descubrí ayer,
pero aún me mantengo desesperada
y mi cabello se deja mover por algunos vientos
como si fuera hierba
para volver luego a su posición.

Todo parece envuelto por agua
cuando el resto de mis ojos
observan los árboles
o los montículos cubiertos de paja.
No necesito el aliento
del caballo azul,
me necesito a mí misma,
diez veces yo,
rodeando un pequeño sauce
o una hormiga,
inventaré diez nombres diferentes
para designarme
y seré yo quien trepe por el lomo
de esa hormiga.

Cómo voy a desprenderme
de mi existencia repetida
ahora que suenan los pájaros del tilo
y me arde el sol en la nuca,
en el ojo de la palabra que se encoje de placer
y me tiembla y me muerde.

Cuando vea agua me sumergiré
como una ahogada que flota
y tiene algas pegadas al cráneo
y a la piel.