sábado, 9 de agosto de 2008

Estoy aquí,
envuelta en la realidad viscosa,
¿no me ves?
Aquí.

No puedo separarme del suelo,
no puedo.
En mi tercer ojo
se acumulan las imágenes
de los cielos visitados,
las criaturas llaman a mi retina,
luego se extienden,
se convierten en una sola cosa,
y resbalan por mi rostro.

Apenas una leve punta de sol
logra penetrar
estas densidades,
y se me clava en la carne.
Tan sólo con mi sangre espumosa
conseguiré diluirte,
celda,
tú corpórea existencia
desaparece con mi muerte,
mi savia puede contigo.

Siento los ruidos de la calle
y las sombras son lo único que parece tener cuerpo.
Un hombre barre las hojas derramadas. Silencio.

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